El diseño de food packaging es una herramienta fundamental para seducir al consumidor en el lineal de una superficie de distribución ya sea de gran consumo, especializada o gourmet. Los materiales, las formas, las tipografías, ilustraciones, fotografías o colores conforman una unidad que dice todo aquello que el producto lleva pero no nos muestra. Lo que se come o se bebe con el corazón.
Si estas premisas son indispensables para el embalaje de un producto de distribución local, cuando damos el salto a otros mercados i/o fronteras el lenguaje se complica y nos plantea varios retos a tener en cuenta:
La cultura. La percepción del producto por parte del consumidor local nos permite dibujar un primer plano conceptual de como debemos comunicarnos. En los países del norte de Europa el maltrato animal es un aspecto muy importante y que influye en la toma de decisiones de compra. Por lo tanto, por mucho que queramos potenciar el tópico y remarcar el origen, poner la imagen de un torero en el film de un sobre de jamón ibérico es un error que se reflejerá en las ventas.
En países como China, con millones de compradores ávidos de consumir nuestros productos, los colores son todo un lenguaje de comunicación y dónde nosotros pondríamos el negro para destacar el carácter gourmet de un chocolate, ellos ponen el rojo.
El Origen. En ocasiones hemos diseñado varias versiones de un packaging y en las revisiones el cliente insistía en poner cada vez más indicaciones en el idioma de destino. “Cuando más claro para el consumidor mejor” decía. Y así hemos perdido identidad y de nuevo, ventas,
Os imagináis comprar un pack de productos de cocina japonesa donde no aparece ni un carácter de su alfabeto, un sol naciente, o esos trazos a pincel tan característicos. No ¿verdad? Perdería identidad.
Existen muchas formas de combinar la información de producto y mantener la información emocional del origen. Pero nunca debe perderse el código propio del origen. No olvidemos que cuando un consumidor alemán compra jamón español no compra una pata de cerdo loncheada y curada, compra una experiencia emocional.
Es cierto que cada país tiene su reglamentación, aunque eso nunca ha sido un obstáculo para adaptar un packaging. La clave está en mantener el origen y saber comunicarse con el destino. Una simbiosis entre quien eres y con quien hablas.